- ¿De verdad tienes una relación? ¿Tú? ¿A distancia? ¿Y vale
la pena?
- Sí. Y con aquella última afirmación se perdió en sus
pensamientos. Distancia, nueve letras que te hacen sentir la persona más
impotente del mundo, que no te dejan abrazar a ese alguien que tiene frío, ni
secarle las lágrimas cuando llora. Nueve letras que te oprimen el corazón y te
quitan la respiración. Ya ves, nueve letras que separan dos corazones que laten
a la vez.
Puede que todo se acabe por superar, que la distancia no nos
gane, pero no podemos negar que nos jode. No hay un beso detrás de cada te quiero,
ni una sonrisa después de cada mirada. Ni siquiera hay miradas. No hay paseos
de la mano, películas entre mantas ni discusiones con abrazos. Hay sonrisas a
una pantalla, susurros al viento, puñetazos en las paredes y lágrimas al cojín.
Ojos rojos, labios sangrientos y nudillos destrozados.
Pero no todo es malo, obviamente. Verla aparecer con su cara
de sueño, con la sonrisa sincera y la mirada brillante, abrazarla y que se
detenga el mundo, besarla y perder la noción del tiempo, cogerla de la mano y
pasear bajo las estrellas, o la lluvia sintiéndote protegida... La distancia es
una puta, eso lo sabemos todos, pero se le puede hacer frente, ser valiente y
luchar por seguir construyendo un nosotras, ser valiente y superar, de nuevo,
la distancia. Olvidarnos que cuando nos besamos, no hay distancia que exista,
ni suspiro lo suficiente largo como para que acabe ese beso. Un beso eterno, un
beso mágico, un beso que ha superado la distancia.