No sabes lo que es la vida hasta que no te han clavado una daga ardiendo en el centro del corazón y ha estallado, manchándolo todo de sangre. No sabes lo que es la vida, hasta que no te has emborrachado para curar las heridas, sabiendo que no las vas a cicatrizar. No sabes lo que es la vida, hasta que has encontrado los ideales por los que luchar y partirte la cara hasta sangrar. Pero nunca sabrás lo que es la vida, si no luchas por reconstruir(te), si no peleas por encontrar a quien te ayude hacerlo, ¿y quién mejor que tú mismo?



dilluns, 30 de desembre del 2013

Las contradicciones pueden ser cuerdas. Creo.

Todo esto suena muy típico. Una relación que se acaba, un amor que se pierde y un corazón que se rompe. Pasa todos los días, igual que acaban por reconstruirse a cada sonrisa. Que sí, que las historias se superan, los corazones se arreglan con parches y tiritas mal pegadas, y las sonrisas se reconstruyen con besos alcoholizados y eróticos. 
La cama está menos vacía después de una noche de fiesta y cualquiera a la que hayas conseguido engañar con una sonrisa torcida y un par de copas de más, pero joder, en realidad está más vacía que el día que decidiste marcharte intentando no dejar huella.
Ahora te escribo a ti, al amor perdido y la felicidad evaporada, a las sonrisas transformadas en dagas que se clavan y las caricias en frío hielo que queman por donde las recuerdo. Ya no sé cómo coño encontrar un calor que enfríe, o alguna contradicción sin sentido que me devuelva las ganas de vivir, aunque sea de una forma mediocre y mundana. Sí, mundana, porque contigo la vida era una infravaloración de los humanos, un pequeño reflejo de la eternidad que vivíamos en cada mirada. Por no hablar de las caricias, un pequeño tesoro que era la única afortunada en poder disfrutar.
Pero ahora... Ahora solo queda vacío, soledad y desesperación. Solo busco la forma de que las horas que volaban contigo y se paraban cuando no estaban, recuerden su sentido y tengan una velocidad constante. Que se pasen a la misma velocidad que las del resto, o que acaben por congelarse y vivir en un vacío real. No en este agobiante vacío que parezco vivir, repleto de sonrisas y manos que me ayudan a salir, cuando yo quiero quedarme en lo más profundo -de los recuerdos-. Regocijarme en ellos, recordar el día que tuve la oportunidad de cambiar el mundo -o nuestro mundo- y lo dejé pasar. Es muy tarde para una disculpa que no quiero dar, y para un perdón que no me apetece recibir, igual que también lo es para coger la mano y empezar a subir poco a poco al mundo terrenal.
Ya no sé donde vivo, si en mi casa o en un frío invierno -o infierno- que se empeña en cortarme las alas para salir cada vez que abro el armario y veo tu ropa que sonaba a despedida. Solo quiero quedarme un ratito más, un rato que sea el resto de mi vida.

Y, a pesar de todo eso, dentro de mí se alberga una pequeña esperanza. Brilla por su inexistencia prácticamente, o por la fuerza con la que la siento, ya no lo sé. Pero queda ahí, guardada entre el caos y el dulce dolor. La esperanza de que un día pase por el bar de siempre y te vea sonriendo y sea capaz de que mí yo interior no se arranque los pelos intentando ser cuerda. O alguna contradicción extraña de esas que me gustan y poder mirarte como lo que has sido, la historia que me ha hecho ser quien soy y disfrutar de estar rota. No sé, ser capaz de recordar los buenos momentos y las sonrisas, y dejar de lado las noches de lágrimas y sangre que tanto se repiten en mi vida. O alguna cursilidad semejante.

dilluns, 30 de setembre del 2013

"Comiéndome la bola me pregunto sobre el bien y el mal, pensando siempre en los demás".

            Hay momentos en los que me paro a pensar en todo lo que estamos viviendo. Guerras por el mundo, crisis en países, asesinos sueltos por las calles, cerdos en cargos públicos, el hambre injusto, el dinero mal repartido y el amor inmerecido. Dentro de todos esos putos problemas que nos rodean, dentro de toda esta mierda de mundo con idas y venidas, injusticias y putadas, dentro de toda esta puta vida, lo único que me importa es tu felicidad.

            Y no sé ya si yo no sé darte esa puta pizca que te hace sonreír a todas horas, si vivimos dentro de esa mierda de  "amor inmerecido", o que es lo qué coño pasa. No sé como demostrarte que tú eres todo lo que quiero, que pactaría con la muerte por tenerte, al menos, otro segundo más. Quizás sea demasiado joven, tal vez me queden mil historias por vivir, y cientos de hostias que darme. Llamadme loca, o cualquier cosa que se le parezca, pero es que a día de hoy solo quiero verme a tu lado.

            Y joder, ven a quitarme las dudas a besos, los miedos a caricias. Ven a robarme el sueño, a dormir hasta las mañanas. Vamos a apostar a que todo sale bien, y si nos damos la hostia, volvemos a empezar. No hay prisas, tenemos toda la vida por delante para rectificar los fallos. "He aprendido, de estar sólo, a llorar sin molestar"...


dimarts, 8 de gener del 2013

La distancia separa cuerpos, no sentimientos.


- ¿De verdad tienes una relación? ¿Tú? ¿A distancia? ¿Y vale la pena?
- Sí. Y con aquella última afirmación se perdió en sus pensamientos. Distancia, nueve letras que te hacen sentir la persona más impotente del mundo, que no te dejan abrazar a ese alguien que tiene frío, ni secarle las lágrimas cuando llora. Nueve letras que te oprimen el corazón y te quitan la respiración. Ya ves, nueve letras que separan dos corazones que laten a la vez.
Puede que todo se acabe por superar, que la distancia no nos gane, pero no podemos negar que nos jode. No hay un beso detrás de cada te quiero, ni una sonrisa después de cada mirada. Ni siquiera hay miradas. No hay paseos de la mano, películas entre mantas ni discusiones con abrazos. Hay sonrisas a una pantalla, susurros al viento, puñetazos en las paredes y lágrimas al cojín. Ojos rojos, labios sangrientos y nudillos destrozados.
Pero no todo es malo, obviamente. Verla aparecer con su cara de sueño, con la sonrisa sincera y la mirada brillante, abrazarla y que se detenga el mundo, besarla y perder la noción del tiempo, cogerla de la mano y pasear bajo las estrellas, o la lluvia sintiéndote protegida... La distancia es una puta, eso lo sabemos todos, pero se le puede hacer frente, ser valiente y luchar por seguir construyendo un nosotras, ser valiente y superar, de nuevo, la distancia. Olvidarnos que cuando nos besamos, no hay distancia que exista, ni suspiro lo suficiente largo como para que acabe ese beso. Un beso eterno, un beso mágico, un beso que ha superado la distancia. 


dimarts, 27 de novembre del 2012

Si te vas, me quedo en esta calle sin salida.

Salgo a la calle buscando tu mirada o tal vez un alma caritativa que me dé una calada y unas risas. Que me saque de esta monotonía en la que se convierte tu ausencia, que me susurre que pronto estarás conmigo, por si se me olvida... Pero no tengo valor, la monotonía y las tinieblas acaban siendo mi rutina y mi vida. Días oscuros donde lo único que se ve son mis ojeras, noches claras que hacen que vuele. Que vuele a buscarte para no encontrarte, no como antes, que era encontrarte sin buscarte.

Y es que no hay nadie que me ayude a sujetar mi corazón cuando se parte en dos al verte subir a ese maldito tren. Trenes que acabo odiando, que me parten no solo el corazón, sino el alma y el pecho; que me roban la respiración y la vida. Pero tampoco me hacen falta, no los necesito. No necesito a nadie, más que a ti, para soportar este dolor que acaba siendo parte de mi vida, este dolor que me hace sentir que estoy viva, que vale la pena volver a sentirlo. Porque si siento ese dolor significa que he estado contigo, que tú me has robado el dolor para darme caricias en mi espalda y besos eternos. Para secarme esas lágrimas de incredulidad cuando te veo bajar de ese estúpido vagón.

Nadie entiende nuestra historia, nadie comprende por qué vale la pena luchar por cinco días cada sesenta. Nadie comprende la belleza de este dolor, la perfección de estas lágrimas que hacen que se corra la tinta. Tampoco me importa. No tengo la intención de explicarles por qué vale la pena. Son demasiados motivos los que tengo para luchar por ti, o por mí, ¿quién sabe? Solo sé que esos motivos son míos, nuestros, y que lo que sepan o dejen de saber está de más. Cuando me vean volar con un beso y morir con un adiós, entenderán que está lucha no solo vale la pena, sino que me devuelve la vida.  

dijous, 22 de novembre del 2012

Voulez-vous coucher avec moi, ce soir?

            Noche mojada -en cualquier sentido-. Noche de invierno, de frío y fuego. De leña y escarcha en el pelo. Noche de besos apasionados y caricias desgarradoras. Noche frente a una chimenea, de sueños irreales. 

            ¡Cuántas cosas irreales, de momento! Pero ya que me ha dado por evadirme e imaginar imposibles, sigamos. "Cómeme a besos" es lo único que escucho entre mis labios, en cada suspiro que muere en mi oído. Y otro deseo que se cumple. Ese colchón improvisado de cojines y pétalos de rosas nos sujeta con recelo, nos envuelve con soltura. El fuego de esa vieja chimenea da más llama a cada suave mordisco que doy por cada centímetro de tu piel, Hasta llegar al corazón, al tuyo, y robarte la respiración. El calor se apodera de mí, me abrasa la piel y me pide que me acerque más a ti, a pesar de que nuestros cuerpos se rocen. La ropa tiene que ir fuera, no hay otra explicación. Y poco a poco el suave tono azulado que tenían tus brazos, por la sudadera, se convierte en una piel desnuda, ardiendo de pasión. De repente pierdo el control de mis órganos, junto a la ropa, que olvidan por un momento sus funciones para vivir ese mágico beso. No hay nada que se interponga entre tú y yo, excepto el miedo de no verte mañana amanecer y un cojín demasiado alto. Y con ese estúpido pensamiento, un suave movimiento de mano me hace acabar encima tuyo, mirándote a los ojos, hablando con silencios. 

              Silencios y besos que me atropellan el alma. Que me llevan a un camino sin final, de tu mano. Un te amo entre susurros sale de mi boca y una caricia en la mejilla indica que el juego ha empezado. Empiezo a besarte, a morderte el labio y rozarlo con la lengua. A que mis labios se posen en un tu cuello, dibujando el mapa más bonito, ese de la pasión. Y mientras mis labios suben a tu oreja, a contarte la historia más bonita, la nuestra, mi mano acaricia tus labios, los perfila y baja hasta tu pecho, contorneándolos mientras mis labios empiezan a seguir su camino. Besos que recorren tu cuerpo, tus caderas que son el paraíso donde morir y resucitar al mismo tiempo. Pero no hay tiempo que perder y tu respiración entrecortada pide más. Y mi pulso acelerado me suplica que no me pare ahora, así que sigo mi proyecto y me cuelo entre tus piernas mientras mi sonrisa busca tus gemidos. Un dedo, dos dedos, tres, una lengua que se cree ama y señora para acampar por tu cuerpo, que acaba por desplazar cada dedo y que grites mientras yo recaigo en tu pecho, escuchando resonar el último orgasmo de mi sueño.

Una calada de algo que me pueda colocar.


        Buscas evadirte de esta puta realidad que te envuelta, de esta sociedad que te oprime y exprime. Quiero escapar de aquí, todo esto me ahoga con las cadenas del resto, esas que no se oyen si ellos mismos no se mueven. Y los muy cabrones están parados. Demasiado parados para todo lo que hay que cambiar. Bloquean el paso a la imaginación y la lucha armada, a la utopía de un andén lleno de sus besos. 

        Pero es que ya no tengo sus besos, y mucho menos sus caricias para que me hagan volar. Y mientras mis pensamientos se manchan con el dolor de cada despedida, y la dulzura de cada encuentro, es entonces cuando mi mente añora desconectarse. Apagarse entre el humo denso de un porro, no pensar en cuanto duele todo esto, y lo difícil que es cada segundo sin ti. 

        Enrojecer la vida de política se marcha de mis prioridades, y el rojo solo acaba detrás de mis pupilas, tan grandes como tu corazón. Las pulsaciones se disparan, mientras las lágrimas se hunden entre esta tinta. Incluso con la mente volando por el infierno, tus recuerdos aparecen en ella, el dolor de tu ausencia se clava en mi pecho, el frío de no tenerte y la calor de haberte tenido se confunden entre mis dedos. Y es que ni un humo más denso es capaz de que desaparezcas de mi mente, ni de mi corazón que lleva tu nombre... ¿Pero sabes qué? Me gusta.

dissabte, 3 de novembre del 2012

Buscarte (y encontrarte).


          Miedo, oscuridad, ausencia, pánico, soledad, terror y dolor… Sentimientos oscuros, dañinos para cualquier persona que los viviese todos a la vez.  Así era como estaba yo hace apenas tres meses. Sentía como mis ganas de vivir disminuían y como aumentaban las de escapar, huir como los cobardes y dejarlo todo atrás. Empezar a correr, sin rumbo fijo, acompañarme de esa oscuridad que me rodeaba y llegar a un lugar donde nadie me conociese, empezar de cero, sin ser yo, siendo ella, o quizás aquella. Buscarte debajo de las piedras y detrás de las nubes. Entre la gente y el humo de este bar que no me deja respirar. En los culos de la cerveza, y en el primer chupito de la noche. En cada beso, y en todas las palabras. Buscarte a ti, sí. Aunque no te conociese, sin saber ni siquiera el color de tus ojos, ni la dulzura que contiene tu mirada. Sin entender porque te escondes de mí, si no quiero hacerte daño. Buscarte a ti, sí. Con esa sonrisa que devuelve la vida, y esos susurros que la paralizan, con esas manos que me bajan el mundo, y esos besos que me roban el alma. Buscarte a ti, sí.