No sabes lo que es la vida hasta que no te han clavado una daga ardiendo en el centro del corazón y ha estallado, manchándolo todo de sangre. No sabes lo que es la vida, hasta que no te has emborrachado para curar las heridas, sabiendo que no las vas a cicatrizar. No sabes lo que es la vida, hasta que has encontrado los ideales por los que luchar y partirte la cara hasta sangrar. Pero nunca sabrás lo que es la vida, si no luchas por reconstruir(te), si no peleas por encontrar a quien te ayude hacerlo, ¿y quién mejor que tú mismo?



dimecres, 1 de febrer del 2012

zentimentoz con zeta.

              Hay días que crees que la vida es complicada, que no deberías moverte de la cama. ¿Para qué enfrentarte a los problemas, si sabes que no la vas a encontrar? A pesar de eso, saltas de la cama, todo empieza a brillar al recordar su aparición. La de ella... Ella, la niña más bonita que ha aparecido de repente, como un soplo de brisa marina para darle una nueva visión a mi vida. Ella, la princesa que alumbra mis sueños, que aparece todas las noches para consolarme entre sus abrazos más dulces. Ella, un hamor de persona. Sí, un hamor, con hache de hermosura, de héroe que salva mis días. Con hache inicial que no suena, pero se ve. No recuerdo donde, leí que todas las personas encuentran en su vida cuatro diamantes. Antes de conocerte a ti, había encontrado dos. ¡Qué gran suerte! Diecisiete añitos y dos diamantes... Ahora puedo decir que tengo suerte. Que he encontrado el tercero. No es necesario un buen abrazo, ni una dulce mirada. Es más esencial una palabra exacta en el momento preciso, y eso es lo que haces tú, con tus aportaciones. No creo que nadie sepa todo lo que puedo sentir cuando me abres una conversación, cuando veo tu nombre en la pantalla, cuando cierro los ojos y juraría verte. Pocos podrían imaginar las aportaciones que has dado a mi vida, como han recuperado un tono pálido, pero con colores, en vez del grisáceo que solía tener. Me gustaría terminar con un gracias, pero creo que eso ya empieza a ser escaso, porque el brinco que da mi corazón cuando el móvil suena, empieza a ser vertiginoso...

nueve-

            Un silencio ensordecedor recorre la casa. Mis pensamientos gritan silenciosamente tu nombre, mientras el charco de lágrimas sigue creciendo entre la almohada y mis manos. Ya no sé cuanto hace que no escucho tu voz en mis mejores sueños, y sólo lo hago en mis más profundas pesadillas. Ya no recuerdo si todas aquellas palabras tan bonitas que me dijiste, eran verdaderas, o sólo un fruto de mi imaginación que quería conquistar tu amor. Ya ves, el tiempo hace la duda, pero no el olvido. Después de tantos años, estoy componiéndote versos para nunca recitártelos al oído, susurrándole palabras al frío viento de invierno -ese que parece que entre ráfaga y ráfaga articule tu nombre- para que no te lleguen nunca como si de un soplo de aire sahariano se tratase, para que entres en calor. ¿Cuántas veces he usado la palabra nunca? Yo, que he creído que el siempre llegaría después de esto, que sería innecesario usar el nunca, porque el que algo quiere, algo le cuesta, y el que la sigue, la consigue...