No sabes lo que es la vida hasta que no te han clavado una daga ardiendo en el centro del corazón y ha estallado, manchándolo todo de sangre. No sabes lo que es la vida, hasta que no te has emborrachado para curar las heridas, sabiendo que no las vas a cicatrizar. No sabes lo que es la vida, hasta que has encontrado los ideales por los que luchar y partirte la cara hasta sangrar. Pero nunca sabrás lo que es la vida, si no luchas por reconstruir(te), si no peleas por encontrar a quien te ayude hacerlo, ¿y quién mejor que tú mismo?



dimecres, 7 de març del 2012

Dead, my darling heart.

Otro nueve se acerca. Y este nueve no es nuestro  ese nueve en el que me abrió conversación, tampoco es el nueve que me dijo que le gustaba, ni el nueve en el que sería el último día que lo besara. Es nueve más, un nueve normal y corriente que llega, como cada mes. Un nueve redondo, serio, un nueve triste, por no poder contar nuestra historia; es un nueve deprimido, o tal vez la deprimida sea yo y vea el mundo igual. Parece mentira que después de dos años y nueve meses, para no dejar de lado el nueve, siga esperándolo. Es increíble que después de treinta y tres meses, deba ponerme una mano en el pecho para controlar la pulsación cuando veo su nombre en cualquier sitio. Y no os creais que lo veo en pocos sitios, todo lo relaciono con él. El inicio del nombre, tal vez el final; su incial e incluso su abreviación; sus apellidos, o su mote. Parece mentira que pase el tiempo, que él ya no se acuerde de mí, y que yo no pueda sacarlo de mi mente [porque del corazón tengo claro que no lo haré]. Todavía no me creo que sienta dolor... Debería estar muerta, o ser un ser que vive la vida como obligación, y no afición. Después de tanto daño acumulado, no sé como tengo el valor de quererlo, es más, de amarlo e incluso eso se le queda corto. Pero no hay día en el que no sueñe con él, no hay noche en la que no espere un mensaje suyo, no hay vida en la que no le vaya a querer.

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