Todos lo hemos soñado alguna vez. Pero llega un momento en el que comprendes que tu vida tiene su banda sonora, y la de cada persona es diferente. Un beso lleva una melodía, la respiración agitada entre tú y yo, los te quieros que mueren en tus labios, los eres la suerte de mi vida que acaban en mi cerebro. Y no solo cuando estás con alguien. Cuando estás solo también sucede. Si lloras, escuchas tus lágrimas caer, tus pensamientos resonar. Sales a la calle, olvidando los problemas y oyes sonidos difíciles de definir. Tal vez es una risa de un bebé, quizás sea la respiración agitada de otra pareja, o los llantos desconsolados de alguna alma solitaria.
Cada persona tiene su propia banda sonora. Y el mundo... También. Cada uno de nosotros somos una pequeña nota, o un silencio, en una gran sinfonía. Y no todo el mundo es feliz, ni todos somos esos pobres tristes, tiene de todo. Cambios bruscos que forman una pequeña -o tal vez gran- sinfonía agridulce. Cada sonido es único e irrepetible, vivamos de su magia, luchando por memorizarlo. Porque sí, esta música de fondo tiene sonidos increíbles, pero solo quiero que seas tú quien los protagonice todos [a mi lado].
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