Un paseo con ritmo de despedida, unos besos con sabor a te
necesito, unos abrazos que intentan parar el mundo y una mano que se va
soltando poco a poco mientras desapareces de mi vista. Unas puertas que se
cierran, presionándome el corazón y unas lágrimas que caen, marcando el tiempo
de esta vida, cual metrónomo encendido marcando la velocidad de la sinfonía. Un
cigarro que se consume entre mis dedos, que intentan entrelazarse con el aire
buscando tu mano, y unas miradas furtivas que te buscan en cualquier rincón.
Una presión interna que necesita de tus besos para desaparecer y un nudo en el
estómago que corta la respiración.
Impotencia de tenerte y haberte dejado ir,
de besarte ahora, y no luego. Impotencia de dejarte andar sin mí, de que me
eches de menos, casi tanto como yo a ti. Impotencia de que me necesites y no
poder decirte que todo irá bien, aunque yo esté más destrozada que tú. Pero no
solo hay impotencia, hay recuerdos. Recuerdos que duelen por no poderlos
revivir, por no saber parar el tiempo cuando me lo pediste. Recuerdos que dejan
sonrisas y lágrimas, y un gusto dulce que dice volveré.
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